Varios factores contribuyen a esta preocupación:
1. Mecanismos de retroalimentación: A medida que la temperatura de la Tierra aumenta, puede desencadenar procesos de autorrefuerzo conocidos como mecanismos de retroalimentación que pueden amplificar aún más el calentamiento. Por ejemplo, el derretimiento del hielo y la nieve reducen la reflectividad de la superficie (albedo), lo que provoca una mayor absorción de la radiación solar y un mayor calentamiento.
2. Puntos de inflexión climáticos: Existen ciertos umbrales en el sistema climático denominados puntos de inflexión, más allá de los cuales pequeños cambios pueden conducir a cambios grandes y potencialmente irreversibles en diversos procesos de la Tierra. Los ejemplos incluyen el derretimiento de la capa de hielo de Groenlandia, el colapso de la Circulación Meridional de Inversión del Atlántico (AMOC) y la liberación de metano por el deshielo del permafrost. Si se superan estos puntos de inflexión, incluso un calentamiento de 2 grados centígrados puede no ser suficiente para evitar perturbaciones importantes.
3. Impactos regionales: Si bien los aumentos de la temperatura promedio global pueden parecer relativamente modestos, los impactos regionales pueden ser más severos. Por ejemplo, algunas áreas pueden experimentar olas de calor más intensas, aumento de las precipitaciones, aumento del nivel del mar y cambios en las zonas agrícolas, lo que podría provocar escasez de alimentos y malestar social.
4. Equidad y comunidades vulnerables: Limitar el calentamiento a 2 grados Celsius aún puede tener impactos desproporcionados en las comunidades y ecosistemas vulnerables. Los países en desarrollo y las pequeñas naciones insulares, que son los que menos han contribuido a las emisiones de gases de efecto invernadero, suelen ser los más susceptibles a los daños relacionados con el clima.
Dadas estas preocupaciones, muchos científicos del clima y formuladores de políticas abogan por esfuerzos de mitigación más ambiciosos para mantener el calentamiento global significativamente por debajo de los 2 grados Celsius, idealmente apuntando a 1,5 grados Celsius como se describe en el Acuerdo de París. Esto requeriría reducciones sustanciales de las emisiones de gases de efecto invernadero, transiciones rápidas a fuentes de energía renovables y cambios significativos en los patrones de consumo y el uso de la tierra.