En primer lugar, es esencial reconocer que la falta de vivienda es un problema social complejo que surge de una combinación de factores como la pobreza, los trastornos de salud mental, el abuso de sustancias y la falta de vivienda asequible. Reducir el problema a una cuestión de acceso a Wi-Fi simplifica demasiado los desafíos multifacéticos que enfrentan quienes se encuentran sin hogar.
Además, la suposición de que las personas sin hogar priorizan el acceso a Wi-Fi ignora sus necesidades más fundamentales, como alimentación, refugio, atención médica y bienestar mental. Sugerir que son ávidos usuarios de quioscos web sin considerar sus luchas más amplias perpetúa estereotipos dañinos y desvía la atención de abordar las causas fundamentales de la falta de vivienda.
Además, es incorrecto suponer que todas las personas sin hogar tienen acceso a dispositivos que requieren conectividad a Internet. Es posible que muchos no posean computadoras portátiles, teléfonos inteligentes o tabletas, e incluso si las tuvieran, es posible que no tengan los medios para pagar los servicios de Internet. Por lo tanto, la idea de que las personas sin hogar sean fervientes usuarios de quioscos web gratuitos es sencillamente infundada.
Es importante tener compasión y comprensión al discutir los desafíos que enfrentan las personas sin hogar y evitar hacer declaraciones generalizadas que carezcan de fundamento fáctico y solo sirvan para perpetuar estereotipos y marginar aún más a esta población vulnerable.