Impacto a corto plazo:
Durante los primeros meses de la pandemia en 2020, hubo una disminución significativa en la actividad económica, el transporte global, la industria y los viajes. Como resultado, las emisiones de dióxido de carbono (CO2) procedentes de los combustibles fósiles experimentaron una caída notable. Algunas estimaciones sugirieron una reducción de alrededor del 7% a nivel mundial en 2020 en comparación con los niveles de 2019.
Sin embargo, es importante señalar que esta disminución de las emisiones fue temporal. A medida que los países comenzaron a levantar las restricciones y la actividad económica comenzó a recuperarse, los niveles de emisiones repuntaron. De hecho, los estudios indican que la reducción de las emisiones globales en 2020 tuvo un efecto mínimo en la concentración general de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
Impacto a largo plazo:
Si bien la caída de las emisiones a corto plazo fue significativa, el impacto a largo plazo sobre el cambio climático sigue siendo incierto. Los científicos del clima enfatizan la necesidad de realizar esfuerzos sostenidos y continuos para reducir las emisiones durante un período prolongado para abordar de manera significativa el cambio climático. La disminución temporal de las emisiones en 2020 no niega la urgencia de hacer la transición a una economía baja en carbono.
Resiliencia climática:
La pandemia de COVID-19 puso de relieve la importancia de generar resiliencia en nuestras sociedades y economías. Las inversiones en energía renovable, infraestructura sostenible y políticas verdes pueden crear sistemas más resilientes y menos vulnerables a perturbaciones y shocks futuros. Si nos recuperamos mejor de la pandemia, podremos abordar simultáneamente el cambio climático y reducir el riesgo de crisis futuras.
En general, si bien las reducciones de emisiones relacionadas con la COVID-19 tuvieron un impacto notable a corto plazo, su efecto a largo plazo sobre el cambio climático es mínimo en comparación con la escala del desafío. El compromiso sostenido con la descarbonización, la transición a fuentes de energía más limpias y la promoción de prácticas sostenibles siguen siendo fundamentales para abordar eficazmente el cambio climático a escala global.