Las máquinas de vapor se desarrollaron por primera vez en el siglo XVIII y se utilizaron para alimentar fábricas y molinos. Posteriormente fueron reemplazados por motores más eficientes, como los motores de combustión interna, pero todavía se utilizan hoy en algunas aplicaciones, como locomotoras de vapor y motores marinos.
El principio básico de una máquina de vapor es convertir la energía térmica del vapor en energía mecánica. Esto se hace mediante el uso de un pistón que se mueve por la presión del vapor. El pistón está conectado a un cigüeñal, que convierte el movimiento alternativo del pistón en movimiento giratorio. Este movimiento giratorio se utiliza luego para alimentar el generador.
La eficiencia de una máquina de vapor está determinada por la temperatura y presión del vapor. Cuanto mayor sea la temperatura y presión del vapor, más eficiente será el motor. Sin embargo, la temperatura y presión máximas del vapor están limitadas por los materiales utilizados en el motor.
Los motores de vapor tienen una serie de ventajas sobre otros tipos de motores térmicos. Son relativamente sencillos de construir y operar y pueden utilizar una variedad de combustibles, incluidos carbón, petróleo y gas natural. Sin embargo, las máquinas de vapor también son relativamente ineficientes y producen mucha contaminación.