El dióxido de carbono (CO₂) por sí solo no se puede convertir directamente en electricidad. La electricidad es una forma de energía que puede generarse a partir de diversas fuentes, como combustibles fósiles, fuentes de energía renovables (por ejemplo, energía solar y eólica) y energía nuclear. El CO₂, por otro lado, es un compuesto químico compuesto por átomos de carbono y oxígeno. Si bien existen tecnologías emergentes y esfuerzos de investigación que exploran formas de utilizar CO₂ para fines relacionados con la energía, como la captura y utilización de carbono (CCU) o la captura y almacenamiento de carbono (CCS), estos procesos generalmente se centran en capturar y almacenar CO₂ en lugar de convertirlo directamente. en electricidad.
Sin embargo, vale la pena señalar que el CO₂ se puede utilizar como materia prima en ciertos procesos industriales, como la producción de combustibles sintéticos, productos químicos o plásticos, mediante procesos como el reciclaje de carbono. En estos escenarios, el CO₂ se combina con otras sustancias y sufre diversas reacciones químicas para crear productos útiles. Si bien estos procesos pueden contribuir indirectamente a la producción o el consumo de energía, no convierten directamente el CO₂ en electricidad.