La cafeína se absorbe en el torrente sanguíneo desde el estómago y el intestino delgado. Alcanza su concentración máxima en la sangre unos 30 minutos después del consumo. Luego, la cafeína cruza la barrera hematoencefálica y ingresa al sistema nervioso central.
En el sistema nervioso central, la cafeína se une a los receptores de adenosina y bloquea su actividad. Esto evita que la adenosina se una a estos receptores y provoque cansancio. Al bloquear la adenosina, la cafeína puede aumentar la liberación de otros neurotransmisores, como la dopamina y la noradrenalina, que se asocian con sensaciones de alerta y energía.
La cafeína también aumenta la producción de AMPc, una molécula que interviene en la regulación del metabolismo energético. El AMPc puede activar enzimas que descomponen la grasa y el glucógeno muscular, liberando energía que el cuerpo puede utilizar.
Los efectos de la cafeína suelen durar entre cuatro y seis horas, pero pueden variar de persona a persona. Algunas personas son más sensibles a la cafeína que otras y pueden experimentar ansiedad, insomnio u otros efectos secundarios.
La cafeína es un estimulante muy consumido y, en general, es segura para la mayoría de las personas. Sin embargo, es importante moderar su consumo, ya que demasiada cafeína puede provocar efectos secundarios.