Como regla general, los aviones más grandes utilizan más combustible que los más pequeños, y los vuelos más largos requieren más combustible que los más cortos. Por ejemplo, un Boeing 747-400, uno de los aviones comerciales más grandes del mundo, puede consumir hasta 11.000 galones de combustible por hora. Un vuelo de Nueva York a Los Ángeles, una distancia de aproximadamente 2.500 millas, puede requerir hasta 25.000 galones de combustible.
Las condiciones del viento también pueden afectar el consumo de combustible. Los vientos en contra, o vientos que soplan en dirección opuesta a la del avión, pueden aumentar el consumo de combustible hasta en un 25%. Los vientos de cola, por el contrario, pueden reducir el consumo de combustible hasta un 25%.
Por último, la altitud a la que vuela un avión también puede afectar al consumo de combustible. Cuanto más alto vuela un avión, menos denso es el aire, lo que significa que los motores tienen que trabajar más para producir la misma cantidad de empuje. Esto puede provocar un aumento del consumo de combustible de hasta un 10%.
Además de los factores mencionados anteriormente, la eficiencia del combustible de una aeronave también se ve afectada por el tipo de motores que utiliza, el diseño de la aeronave y el peso de la misma.