1. Amplio rango de temperatura: Mercurio tiene un amplio rango de líquidos, de -39°C a 357°C, lo que lo hace adecuado para medir un espectro más amplio de temperaturas. El punto de ebullición del agua es de 100 °C, mientras que el punto de ebullición del alcohol suele ser de alrededor de 78 °C, lo que limita su uso para mediciones de temperaturas más altas.
2. Baja expansión térmica: Mercurio presenta una baja expansión térmica, lo que significa que su volumen no cambia significativamente con las variaciones de temperatura. Esta propiedad garantiza lecturas de temperatura precisas ya que el volumen del líquido permanece relativamente constante en todo el rango de temperatura.
3. Alta conductividad térmica: Mercurio tiene una alta conductividad térmica, lo que significa que responde rápidamente a los cambios de temperatura. Esto permite lecturas de temperatura rápidas y sensibles.
4. Alta densidad: La alta densidad del mercurio evita que se adhiera a los lados del tubo capilar del termómetro, lo que garantiza que mida con precisión la temperatura de la sustancia con la que está en contacto.
5. Alta visibilidad: El color blanco plateado de Mercurio proporciona buena visibilidad en los termómetros, lo que facilita la lectura de las mediciones de temperatura.
6. Inercia: El mercurio es químicamente inerte y no reacciona con otras sustancias, lo que reduce el riesgo de interacciones químicas que podrían afectar la precisión de las lecturas del termómetro.
Debido a estas propiedades, históricamente el mercurio ha sido el líquido preferido para los termómetros, especialmente en aplicaciones que requieren mediciones precisas de temperatura en un amplio rango. Sin embargo, debido a las preocupaciones sobre la toxicidad del mercurio y los peligros ambientales, las alternativas como el alcohol y los termómetros digitales se están volviendo más comunes.