La desintegración alfa ocurre en elementos radiactivos pesados, como el uranio, el torio y el plutonio. Cuando un núcleo inestable sufre desintegración alfa, emite una partícula alfa, que se lleva una cantidad significativa de energía. Este proceso da como resultado que el núcleo original se transforme en un nuevo elemento con un número atómico reducido (en dos) y un número másico reducido (en cuatro).
La emisión de partículas alfa va acompañada de la liberación de una gran cantidad de energía, lo que las convierte en partículas altamente ionizantes. Sin embargo, las partículas alfa tienen un poder de penetración limitado debido a su gran tamaño y carga, y pueden detenerse incluso con unos pocos centímetros de aire o una hoja de papel. Esta propiedad hace que las partículas alfa sean relativamente menos peligrosas en términos de exposición a la radiación externa en comparación con otros tipos de radiación.
En aplicaciones prácticas, las partículas alfa se utilizan en diversos campos, incluida la energía nuclear y la medicina. En la energía nuclear, la desintegración alfa contribuye a la producción de calor en los reactores nucleares, ya que es una fuente de energía liberada durante el proceso de fisión. En medicina, los isótopos emisores alfa, como el radio-226, se utilizan en radioterapia para tratar ciertos tipos de cáncer.
En general, las partículas alfa desempeñan un papel importante en los procesos nucleares y tienen aplicaciones prácticas y consideraciones de seguridad en diversos campos científicos y tecnológicos.