Para que dos líquidos formen una solución, deben ser miscibles, lo que significa que pueden disolverse entre sí en cualquier proporción. Generalmente, los líquidos que son similares en estructura química y polaridad serán miscibles. Por ejemplo, el agua y el etanol son líquidos polares y pueden mezclarse en cualquier proporción para formar una solución.
Por otro lado, si dos líquidos son inmiscibles, no formarán una solución y en cambio formarán una mezcla heterogénea. Por ejemplo, el aceite y el agua son inmiscibles y formarán una emulsión cuando se mezclan, con gotas de aceite dispersas por el agua.
En algunos casos, dos líquidos pueden ser parcialmente miscibles, lo que significa que pueden disolverse entre sí hasta cierto punto, pero no completamente. Esto puede conducir a la formación de un sistema de dos fases, en el que un líquido forma una capa sobre el otro.
Además, la temperatura y la presión pueden afectar la miscibilidad de los líquidos. Por ejemplo, algunos líquidos que son inmiscibles a temperatura ambiente pueden volverse miscibles a temperaturas más altas.