A medida que aumenta la temperatura del agua, también aumenta la energía cinética de las moléculas de agua. Este aumento de energía hace que las moléculas de agua se muevan más rápidamente y choquen entre sí con más frecuencia. Como resultado, los enlaces de hidrógeno entre las moléculas de agua se debilitan y pueden romperse más fácilmente. Este debilitamiento y ruptura de los enlaces de hidrógeno conduce a una disminución de la fuerza general de las fuerzas intermoleculares entre las moléculas de agua.
A temperatura ambiente (25°C), las moléculas de agua pueden formar una cantidad sustancial de enlaces de hidrógeno, lo que da como resultado una fuerza intermolecular relativamente fuerte y un estado líquido. Sin embargo, a medida que aumenta la temperatura, los enlaces de hidrógeno se debilitan, lo que provoca una disminución de la fuerza intermolecular y, finalmente, provoca que el agua líquida pase a gas (vapor de agua) en su punto de ebullición (100 °C).
En resumen, el aumento de temperatura debilita y rompe los enlaces de hidrógeno entre las moléculas, lo que a su vez disminuye la fuerza de las fuerzas intermoleculares y puede afectar las propiedades físicas de una sustancia.