La capacidad de un átomo para atraer o donar electrones está determinada por su electronegatividad, que es una medida de la atracción relativa que un átomo ejerce sobre los electrones en un enlace químico. Cuanto más electronegativo es un átomo, con más fuerza atrae a los electrones.
Cuando dos átomos con diferentes electronegatividades entran en contacto, el átomo más electronegativo puede alejar electrones del átomo menos electronegativo. Esto da como resultado la formación de un enlace iónico, donde un átomo queda cargado positivamente (catión) y el otro átomo queda cargado negativamente (anión).
Por ejemplo, cuando los átomos de sodio (Na) y cloro (Cl) reaccionan, el átomo de cloro, que es más electronegativo, aleja un electrón del átomo de sodio. Esto da como resultado la formación de cloruro de sodio (NaCl), donde el sodio se convierte en un catión con carga positiva (Na+) y el cloro se convierte en un anión con carga negativa (Cl-).
La transferencia de electrones es un proceso fundamental en química y juega un papel vital en muchas reacciones y fenómenos químicos, incluida la formación de enlaces químicos, la reactividad de sustancias y el flujo de electricidad.