Los plásticos son una fuente importante de contaminación en los océanos del mundo. Pueden tardar cientos de años en descomponerse y, mientras tanto, pueden causar daños importantes a la vida marina y los ecosistemas. Una de las formas en que los plásticos se descomponen en el océano es mediante la exposición a la luz solar.
La luz del sol descompone los plásticos mediante un proceso llamado fotodegradación. La fotodegradación ocurre cuando la radiación ultravioleta (UV) del sol reacciona con los enlaces químicos de los plásticos, provocando su descomposición. Este proceso puede acelerarse por la presencia de oxígeno, calor y agua salada.
La fotodegradación puede hacer que los plásticos se vuelvan quebradizos y fragmentados con el tiempo. Estos pequeños trozos de plástico, conocidos como microplásticos, pueden ser ingeridos por la vida marina y causar diversos problemas de salud. Los microplásticos también pueden absorber sustancias químicas tóxicas del agua, que luego pueden transferirse a los animales que las ingieren.
Cómo la luz del sol descompone los plásticos
El proceso de fotodegradación comienza cuando la radiación ultravioleta del sol incide en la superficie de un objeto de plástico. La radiación ultravioleta excita los electrones de los enlaces químicos del plástico. Esta excitación puede conducir a la formación de radicales libres, que son moléculas altamente reactivas que pueden dañar la estructura del plástico.
Los radicales libres pueden reaccionar con otras moléculas del plástico, provocando que el plástico se descomponga en moléculas más pequeñas. Estas moléculas más pequeñas pueden descomponerse aún más mediante la radiación ultravioleta, lo que da lugar a la formación de microplásticos.
La velocidad a la que los plásticos se fotodegradan depende de varios factores, incluido el tipo de plástico, la cantidad de radiación ultravioleta a la que está expuesto y la temperatura y humedad del ambiente.
Tipos de plásticos que se fotodegradan
No todos los plásticos son igualmente susceptibles a la fotodegradación. Algunos plásticos, como el polietileno y el polipropileno, son relativamente resistentes a la fotodegradación, mientras que otros, como el PVC y el poliestireno, se degradan más fácilmente.
La estructura química de un plástico determina su susceptibilidad a la fotodegradación. Los plásticos que contienen dobles enlaces entre átomos de carbono tienen más probabilidades de fotodegradarse que los plásticos que no contienen dobles enlaces.
Factores ambientales que afectan la fotodegradación
La velocidad a la que los plásticos se fotodegradan también está influenciada por factores ambientales, como la cantidad de radiación ultravioleta a la que está expuesto, la temperatura y humedad del ambiente y la presencia de oxígeno y agua salada.
La radiación ultravioleta es el factor ambiental más importante que afecta la fotodegradación. Cuanto mayor sea la intensidad de la radiación UV, más rápido se fotodegradarán los plásticos. La radiación ultravioleta es más intensa en las regiones tropicales y durante los meses de verano.
La temperatura y la humedad también influyen en la fotodegradación. Las temperaturas más altas aceleran la tasa de fotodegradación, mientras que una mayor humedad puede ralentizar la tasa de fotodegradación.
El oxígeno y el agua salada también pueden contribuir a la fotodegradación. El oxígeno puede reaccionar con los radicales libres para formar peróxidos, que pueden dañar aún más el plástico. El agua salada también puede acelerar la tasa de fotodegradación al romper la superficie del plástico.
Conclusión
La fotodegradación es un proceso importante que contribuye a la descomposición de los plásticos en el océano. La velocidad a la que los plásticos se fotodegradan depende de varios factores, incluido el tipo de plástico, la cantidad de radiación ultravioleta a la que está expuesto y la temperatura y humedad del ambiente. La fotodegradación puede hacer que los plásticos se vuelvan quebradizos y fragmentados con el tiempo, lo que lleva a la formación de microplásticos. Los microplásticos pueden ser ingeridos por la vida marina y causar una variedad de problemas de salud.