La gasolina se refina a partir del petróleo crudo, que es una mezcla de hidrocarburos que se encuentra bajo tierra. El proceso de refinación implica calentar el petróleo crudo a una temperatura alta, lo que hace que se descomponga en los hidrocarburos que lo componen. Estos hidrocarburos luego se separan por sus puntos de ebullición, siendo la gasolina una de las fracciones más ligeras.
La gasolina es un líquido muy volátil, lo que significa que se vaporiza fácilmente. Por eso es importante mantener los contenedores de gasolina herméticamente cerrados y evitar el contacto con llamas abiertas. Cuando la gasolina se vaporiza, puede formar una mezcla explosiva con el aire, que puede encenderse con una chispa.
Los motores de gasolina funcionan mezclando vapor de gasolina con aire y luego encendiendo la mezcla con una bujía. La combustión del vapor de gasolina crea gases calientes que se expanden e impulsan los pistones del motor, que a su vez impulsan las ruedas del vehículo.
La gasolina es un combustible muy eficiente, pero también produce emisiones que contribuyen a la contaminación del aire. Estas emisiones incluyen monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno e hidrocarburos. Para reducir la contaminación del aire, los motores de gasolina están equipados con una variedad de dispositivos de control de emisiones, como convertidores catalíticos y sensores de oxígeno.
La gasolina también es una importante fuente de energía para Estados Unidos. En 2019, Estados Unidos consumió más de 140 mil millones de galones de gasolina. Esto es aproximadamente el 40% del consumo total de gasolina del mundo.