Mientras la misión se dirigía a la luna, explotó un tanque de oxígeno, dañando la nave espacial y obligando a la tripulación a abortar su aterrizaje lunar. La tripulación estaba en una situación peligrosa, ya que tenían oxígeno y poder limitados, y enfrentaban un frío extremo.
La supervivencia de la tripulación fue un testimonio del ingenio de los ingenieros de la NASA y la valentía de los astronautas. Se las arreglaron para usar el módulo lunar como bote salvavidas, y regresaron con éxito a la Tierra.