Los planetas y sus lunas son visibles desde la Tierra porque reflejan la luz del Sol. La cantidad de luz que refleja un objeto depende de las propiedades de su superficie, como su color, textura y composición. Los objetos con superficies de colores claros reflejan más luz que aquellos con superficies de colores oscuros. Los objetos lisos o brillantes reflejan más luz que los ásperos u opacos.
Los planetas y las lunas también pueden parecer más brillantes debido a los efectos de la atmósfera. Por ejemplo, la atmósfera terrestre dispersa la luz solar, lo que crea el cielo azul y hace que el Sol parezca más brillante durante el día. Las atmósferas de otros planetas y lunas también pueden hacer que parezcan más brillantes. Por ejemplo, la presencia de vapor de agua en la atmósfera de Venus hace que parezca más brillante de lo que sería de otro modo.
En conclusión, los planetas y las lunas no emiten luz, pero pueden parecer brillantes debido a la luz solar que reflejan. El reflejo de la luz solar depende de las propiedades de la superficie del objeto y de los efectos de la atmósfera.