Equilibrio gravitacional: La órbita de la Tierra alrededor del Sol es el resultado del equilibrio entre la fuerza gravitacional del Sol que atrae a la Tierra hacia él y la velocidad orbital de la Tierra. Este equilibrio impide que la Tierra escape de la influencia gravitacional del Sol o entre en espiral hacia ella.
Conservación del momento angular: El movimiento orbital de la Tierra alrededor del Sol conserva el momento angular. Esto significa que la cantidad total de momento angular que posee el sistema Tierra-Sol permanece constante. A medida que la Tierra se acerca al Sol, su velocidad orbital tendría que aumentar para mantener el mismo momento angular, contrarrestando la atracción gravitacional.
Fuerzas de marea: La fuerza de marea del Sol sobre la Tierra crea un ligero abultamiento en el lado de la Tierra que mira al Sol. Este abultamiento de marea ejerce una fuerza gravitacional sobre el Sol en dirección opuesta a la atracción del Sol sobre la Tierra. Esta interacción de marea proporciona un efecto estabilizador que ayuda a mantener la órbita estable de la Tierra.
Presión de radiación y viento solar: El Sol emite una corriente constante de partículas cargadas conocida como viento solar. Estas partículas pueden ejercer una ligera presión hacia afuera sobre la Tierra, contrarrestando la atracción gravitacional. Además, la presión de la radiación solar crea una fuerza mínima pero no despreciable que contribuye a la trayectoria orbital estable de la Tierra.
Estabilidad a largo plazo: Durante miles de millones de años, la atracción gravitacional del Sol y los parámetros orbitales de la Tierra se han mantenido notablemente consistentes. Esto indica una estabilidad a largo plazo en el sistema Tierra-Sol que evita que la Tierra caiga hacia el Sol.
Por tanto, la combinación de estos factores asegura que la Tierra permanezca en una órbita estable alrededor del Sol, evitando que caiga hacia el Sol.