* Planetas interiores: Los planetas interiores (Mercurio, Venus, la Tierra y Marte) son todos relativamente densos, con densidades que van desde 3,34 g/cm³ para Mercurio hasta 5,51 g/cm³ para la Tierra. Estos planetas están compuestos principalmente de elementos pesados, como el hierro y el níquel, que abundan más cerca del Sol.
* Planetas exteriores: Los planetas exteriores (Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno) son significativamente menos densos que los planetas interiores, con densidades que van desde 1,33 g/cm³ para Saturno hasta 1,64 g/cm³ para Neptuno. Estos planetas están compuestos principalmente de elementos más ligeros, como el hidrógeno y el helio, que abundan más lejos del Sol.
Esta tendencia puede explicarse por el proceso de acreción planetaria. A medida que el polvo y el gas se solidificaron alrededor del protosol, los elementos más pesados fueron atraídos con más fuerza por la gravedad del Sol y se concentraron en el sistema solar interior. Esto dejó a los elementos más ligeros atrás en el sistema solar exterior para formar los gigantes gaseosos.
Otro factor que contribuye a esta tendencia es el efecto de calentamiento del sol. Cuanto más cerca está un planeta del Sol, más intensa es la radiación solar que recibe. Esta radiación calienta la superficie del planeta y hace que los elementos más pesados, como el hierro y el níquel, se derritan y se hunda hasta el núcleo. Este proceso conduce a la formación de un núcleo más denso y un manto y una corteza menos densos.
Sin embargo, es importante señalar que existen algunas excepciones a esta tendencia. Por ejemplo, Plutón, considerado un planeta enano y situado más allá de Neptuno, tiene una densidad de 1,86 g/cm³. Esto sugiere que otros factores, como la composición y la historia de formación de un planeta, también pueden influir en su densidad.