Los aviones suelen operar a altitudes de hasta 12.000 metros (39.000 pies), en los niveles más bajos de la atmósfera conocidos como troposfera y estratosfera. La mayoría de los satélites orbitan dentro de la troposfera, la estratosfera y la capa más externa, la termosfera.
La termosfera es una región a muy gran altura, comenzando a unos 90 kilómetros (55 millas) sobre la superficie de la Tierra. A altitudes tan elevadas, el aire es extremadamente fino y enrarecido, lo que lo hace inadecuado para que los aviones generen suficiente sustentación para un vuelo sostenido. No hay suficiente densidad de aire para que las alas de un avión generen la sustentación necesaria para mantenerlo en el aire. Del mismo modo, este aire extremadamente enrarecido ofrece una resistencia insuficiente para que la aerodinámica de un satélite mantenga una órbita dentro de la termosfera.
En cambio, la mayoría de los satélites orbitan en las capas inferiores de la atmósfera, como la órbita terrestre baja (LEO), que se encuentra aproximadamente entre 200 y 2000 kilómetros (120 a 1240 millas) sobre la Tierra. Algunos satélites de gran altitud pueden alcanzar las partes inferiores de la termosfera, como la órbita de Molniya, con una altitud máxima de unos 40.000 kilómetros (25.000 millas), pero sigue siendo mucho más baja que la mayor parte de la termosfera.