Después de la erupción de una nova, la enana blanca comenzará a enfriarse y perderá brillo. El material expulsado por la erupción formará una capa de gas y polvo alrededor de la estrella. Este caparazón eventualmente se disipará y la enana blanca volverá a su estado original.
En algunos casos, la erupción de una nova puede hacer que la enana blanca se convierta en una supernova de tipo Ia. Esto ocurre cuando la masa de la enana blanca excede el límite de Chandrasekhar, que es de aproximadamente 1,4 masas solares. Cuando esto suceda, la enana blanca sufrirá una explosión termonuclear completa, destruyendo por completo la estrella.
Las erupciones de nuevas son relativamente comunes y ocurren varias en nuestra galaxia cada año. Son importantes para comprender la evolución de las estrellas y el reciclaje de materia en la galaxia.