Sin embargo, el concepto de temperatura todavía puede asociarse a los agujeros negros mediante lo que se conoce como radiación de Hawking. Se trata de un fenómeno teórico propuesto por el físico Stephen Hawking en los años 1970. Según la teoría de Hawking, el horizonte de sucesos de un agujero negro (el punto de no retorno más allá del cual nada, ni siquiera la luz, puede escapar) no está completamente vacío sino que se comporta como una fuente de radiación térmica.
Se predice que la radiación de Hawking se producirá debido a fluctuaciones cuánticas en las proximidades del horizonte de sucesos. Estas fluctuaciones conducen a la creación de pares partícula-antipartícula, donde una partícula cae en el agujero negro mientras que la otra escapa en forma de radiación. Las partículas que escapan transportan energía, lo que efectivamente reduce la masa del agujero negro y aumenta su temperatura.
La temperatura de un agujero negro, tal como se define en este contexto, es directamente proporcional a su gravedad superficial e inversamente proporcional a su masa. La gravedad superficial de un agujero negro está relacionada con la fuerza de su atracción gravitacional en el horizonte de sucesos. En general, cuanto más pequeño es el agujero negro, más fuerte es la gravedad superficial y, por tanto, mayor es su temperatura.
Sin embargo, la temperatura de un agujero negro es extremadamente baja para los típicos agujeros negros astrofísicos. Para un agujero negro de masa solar, se estima que la temperatura de Hawking es de alrededor de 10 ^ -8 Kelvin. Esto significa que, aunque los agujeros negros emiten radiación, la tasa de emisión es increíblemente pequeña y pierden energía muy lentamente. Los agujeros negros más pequeños, como aquellos con masas de planetas o asteroides, tendrían temperaturas aún más altas, pero aún no serían lo suficientemente significativas como para ser detectables con nuestra tecnología actual.
Es importante señalar que la temperatura asociada con la radiación de Hawking es puramente teórica y su existencia real no ha sido verificada experimentalmente. Sin embargo, proporciona una visión fascinante de la naturaleza cuántica de los agujeros negros y la interacción entre la gravedad y la termodinámica en condiciones extremas.