El dióxido de nitrógeno (NO2) es un gas que se libera al aire desde centrales eléctricas, fábricas y vehículos. Es uno de los principales contribuyentes al smog y puede causar problemas respiratorios como asma y bronquitis.
La pandemia de COVID-19 ha provocado una reducción significativa de las actividades humanas, incluidos los viajes, el comercio y la manufactura. Como resultado, los niveles de NO2 han disminuido en muchas partes del mundo.
Por ejemplo, en China, los niveles de NO2 cayeron un 25 % en los dos primeros meses de 2020 en comparación con el mismo período de 2019. En Europa, los niveles de NO2 cayeron un 40 % en algunas ciudades durante las primeras etapas de la pandemia.
La disminución de los niveles de NO2 ha tenido un impacto positivo en la calidad del aire y la salud pública. En China, se estima que la caída de los niveles de NO2 ha evitado aproximadamente 12.000 muertes prematuras en los dos primeros meses de 2020.
La mejora de la calidad del aire también ha sido beneficiosa para la vida silvestre. En algunas ciudades, ha habido informes de animales que regresan a áreas que antes estaban demasiado contaminadas para sobrevivir.
Sin embargo, es importante señalar que es probable que las mejoras en la calidad del aire debido a la pandemia de COVID-19 sean temporales. Una vez que termine la pandemia y las actividades humanas vuelvan a la normalidad, se espera que los niveles de NO2 vuelvan a aumentar.
Para mantener las mejoras en la calidad del aire que se han logrado durante la pandemia, será necesario tomar medidas para reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles y hacer la transición a formas de energía más sostenibles.