Las estrellas muertas suelen ser enanas blancas, estrellas de neutrones o agujeros negros. Las enanas blancas son restos de estrellas que se han desprendido de sus capas exteriores y colapsaron bajo la fuerza de su propia gravedad. Son extremadamente densos y tienen una temperatura superficial muy baja. Las estrellas de neutrones son núcleos colapsados de estrellas masivas que han sufrido una explosión de supernova. Son incluso más densas que las enanas blancas y tienen un campo magnético extremadamente fuerte. Los agujeros negros son el resultado del colapso gravitacional de estrellas masivas que han llegado al final de su vida útil. Tienen una intensa atracción gravitacional y se teoriza que son regiones donde el espacio y el tiempo están distorsionados.
En todos estos casos, el entorno alrededor de una estrella muerta es muy diferente del entorno de una estrella viva. La falta de producción sostenida de energía y las condiciones extremas (como campos magnéticos intensos o fuerzas gravitacionales) dificultarían la supervivencia de un planeta, y mucho menos su rejuvenecimiento.
Sin embargo, es importante señalar que el campo de la astrobiología está en constante evolución y nuevos descubrimientos y teorías pueden arrojar luz sobre este concepto en el futuro. Las investigaciones en curso y los avances tecnológicos pueden proporcionar más información sobre las posibilidades y limitaciones de la vida alrededor de las estrellas muertas.