Células ganglionares de la retina: Los jerbos tienen células ganglionares de la retina especializadas que son sensibles a la dirección de la luz. Estas células forman parte del tracto retinohipotalámico (RHT) y desempeñan un papel crucial en la detección de la posición del sol.
Ritmo circadiano: Los jerbos, como muchos mamíferos, tienen un reloj biológico interno conocido como ritmo circadiano. Este ritmo regula diversos procesos fisiológicos, incluido su ciclo actividad-descanso y su orientación.
Brújula solar: Los jerbos utilizan el sol como brújula para determinar su dirección. Las células ganglionares de la retina detectan la posición del sol poniente y el jerbo alinea su cuerpo en consecuencia. Al mantener el sol en un cierto ángulo con respecto a su cuerpo, el jerbo puede mantener la orientación deseada durante su navegación.
Puntos de interés: Además de utilizar el sol, los jerbos también dependen de puntos de referencia de su entorno para orientarse. Utilizan diversas señales visuales, como árboles, rocas o madrigueras, para crear un mapa mental de su entorno. Esta combinación de uso del sol y puntos de referencia permite a los jerbos navegar con precisión en sus hábitats naturales.
Adaptaciones: Los jerbos tienen varias adaptaciones que mejoran su capacidad para orientarse bajo el sol poniente. Por ejemplo, tienen ojos agrandados para capturar la mayor cantidad de luz posible durante el anochecer y el amanecer, cuando la luz es tenue. Sus ojos también tienen una alta densidad de células ganglionares de la retina que son sensibles a la dirección de la luz.
Utilizando la posición del sol, junto con su ritmo circadiano interno y puntos de referencia visuales, los jerbos pueden navegar con éxito en su entorno, localizar sus madrigueras y encontrar comida y agua.