Tiempos de coherencia largos: Los átomos de Rydberg tienen largos tiempos de coherencia, lo que significa que pueden mantener su estado cuántico durante un período de tiempo relativamente largo. Esto es esencial para la computación cuántica, ya que las operaciones cuánticas deben realizarse antes de que los qubits se decoheran. Se ha demostrado que los átomos de estroncio Rydberg tienen tiempos de coherencia de varios milisegundos, lo que es significativamente más largo que los tiempos de coherencia de muchos otros tipos de qubits.
Interacciones fuertes: Los átomos de Rydberg interactúan fuertemente entre sí mediante interacciones dipolo-dipolo. Esta fuerte interacción se puede utilizar para crear entrelazamientos entre los átomos, lo cual es un requisito fundamental para la computación cuántica. La fuerza de la interacción dipolo-dipolo entre los átomos de Rydberg se puede controlar variando la distancia entre los átomos, lo que permite un control preciso sobre el proceso de entrelazamiento.
Escalabilidad: Los átomos de estroncio Rydberg se pueden organizar en grandes matrices, lo cual es importante para construir computadoras cuánticas a gran escala. Se han demostrado conjuntos de átomos de estroncio Rydberg con hasta varios cientos de átomos, y existe la posibilidad de ampliarlos a números aún mayores.
Trapabilidad: Los átomos de estroncio Rydberg pueden quedar atrapados mediante campos eléctricos y magnéticos. Esto permite un control preciso sobre la posición y el movimiento de los átomos, necesario para realizar operaciones cuánticas.
En general, los átomos de estroncio Rydberg ofrecen una combinación de largos tiempos de coherencia, fuertes interacciones, escalabilidad y trapabilidad, lo que los convierte en una plataforma prometedora para la computación cuántica.