Venus tiene una atmósfera muy espesa, compuesta principalmente de dióxido de carbono, que ejerce una fuerte resistencia sobre la superficie del planeta. Esta resistencia ralentiza la rotación del planeta, lo que hace que tarde 243 días terrestres en completar una rotación.
Además, Venus no tiene un núcleo interno sólido. Esto significa que el manto y la corteza del planeta no son capaces de transferir calor desde el interior del planeta a la superficie con tanta eficacia como en la Tierra. Esto da como resultado una superficie muy caliente, lo que contribuye aún más a la resistencia sobre la superficie del planeta.
La combinación de estos dos factores, la atmósfera densa y la ausencia de un núcleo interno sólido, da como resultado la rotación muy lenta de Venus.
La rotación de Venus también es retrógrada, lo que significa que gira en dirección opuesta a la mayoría de los demás planetas del sistema solar. Se cree que esto se debe a una colisión con un objeto grande en las primeras etapas de la historia de Venus.
La lenta rotación de Venus tiene varias implicaciones para el clima del planeta. La rotación lenta significa que llega menos luz solar a la superficie del planeta, lo que resulta en una temperatura superficial más fría. La lenta rotación también significa que la atmósfera del planeta está más estancada, lo que atrapa el calor y contribuye al extremo efecto invernadero del planeta.
La lenta rotación de Venus es un aspecto único y fascinante del planeta que tiene un profundo impacto en su clima y medio ambiente.