No es seguro mirar directamente ninguna fase de un eclipse solar, ni siquiera durante unos segundos, porque la retina puede resultar potencialmente dañada por la intensa radiación emitida por el sol. Durante un eclipse solar, la luna bloquea la mayor parte de la luz del sol, pero una pequeña cantidad aún puede atravesar los bordes de la luna y llegar directamente a los ojos. Esta radiación puede causar daño térmico a la retina, lo que provoca visión borrosa o reducida o, en casos graves, puede causar ceguera permanente. Incluso si el sol parece atenuado o débil, durante un eclipse, los niveles de radiación aún pueden ser perjudiciales para los ojos. Para observar con seguridad un eclipse solar, es importante utilizar gafas especiales para observar eclipses o métodos de proyección indirecta.