Primero, había una historia de tensiones raciales en la ciudad de Los Ángeles. En los años previos a los disturbios, hubo varios casos destacados de brutalidad policial contra afroamericanos, y la relación entre la policía y la comunidad negra era tensa.
En segundo lugar, las condiciones económicas en Los Ángeles eran malas en el momento de los disturbios. La ciudad se había visto gravemente afectada por la recesión y las tasas de desempleo eran altas, especialmente entre los afroamericanos.
En tercer lugar, había falta de confianza en el gobierno y en las fuerzas del orden entre muchos afroamericanos en Los Ángeles. Esta desconfianza fue alimentada por la historia de brutalidad policial y por la percepción de que el gobierno no estaba haciendo lo suficiente para abordar las necesidades de la comunidad negra.
Estos son sólo algunos de los factores que pueden haber contribuido a los disturbios de agosto. Es importante señalar que estos factores no significan necesariamente que los disturbios fueran inevitables, pero sí sugieren que pudieron haber sido previsibles hasta cierto punto.
En conclusión, es difícil decir con certeza si los disturbios de agosto podrían haberse previsto. Sin embargo, hay algunos indicadores que sugieren que podrían haber sido previsibles hasta cierto punto y que se podría haber hecho más para prevenir la violencia.