- Arrastre atmosférico: Los objetos en órbita terrestre baja encuentran resistencia atmosférica, lo que les hace perder velocidad y altitud gradualmente. Finalmente, vuelven a entrar a la atmósfera y se queman.
- Presión de radiación solar: La presión ejercida por la radiación solar puede afectar a los pequeños desechos, provocando que cambien sus órbitas o sean expulsados de la influencia gravitacional de la Tierra.
- Colisiones: Las colisiones entre desechos espaciales pueden provocar fragmentación, creando trozos más pequeños de desechos que eventualmente pueden degradarse.
- Perturbaciones gravitacionales: La influencia gravitacional de cuerpos celestes como la luna y el sol puede alterar las órbitas de los desechos espaciales y provocar su eventual desintegración.
Sin embargo, este proceso de descomposición natural puede ser lento y algunos desechos espaciales pueden persistir en órbita durante décadas o incluso siglos, lo que plantea riesgos para los satélites activos y las futuras misiones espaciales.