Los silbidos a menudo perforan el tejido de la vida cotidiana: un árbitro hace una llamada crucial en los momentos finales de un juego; un guardia de cruce les indica a los niños que está bien cruzar la calle; y el dueño de una mascota llama a un perro que ha vagado demasiado lejos. Los trenes o barcos señalan su acercamiento. Si bien el concepto del silbato es simple, aprender cómo funciona implica el conocimiento tanto de la música como de la física.
La idea básica
Un experimento simple ilustra lo básico: frunce los labios y sopla, o soplar a través de una abertura de botella. Los silbatos son aerófonos, una familia de instrumentos que producen sonido al forzar una masa de aire a través de un espacio restringido, creando así vibración. Los aerófonos incluyen latón, vientos de madera, órganos de tubos e incluso armónicas. El típico silbido está hecho de metal, plástico o madera, con metal creando el efecto amplificador más fuerte y la madera creando el más suave, ya que absorbe más sonido.
Dentro del silbido
Soplando un silbato aire a través del tubo rectangular de la boquilla hasta que se encuentre con un borde ranurado. La ranura divide el aire en dos, creando ondas de sonido oscilantes que luego caen alrededor de la cámara de resonancia, o barril. A medida que el aire comprimido escapa del orificio en el otro extremo, crea un paso audible. La frecuencia del tono está determinada por la longitud: los silbidos más largos producen tonos más bajos y los silbidos más cortos producen tonos más altos. Algunos silbatos tienen una bola dentro de la cámara, a menudo hecha de corcho o corcho sintético, que rebota, alterando aún más las moléculas para crear un efecto de trino. Los silbatos de vapor usan vapor para propulsar el aire, lo que los hace bastante ruidosos.