Residuos radiactivos: Las centrales nucleares producen residuos radiactivos que deben eliminarse de forma segura. El almacenamiento a largo plazo de estos residuos es un desafío complejo, ya que debe realizarse de manera que se evite la liberación de materiales radiactivos al medio ambiente durante miles de años.
Minería de uranio: El uranio que se utiliza para alimentar las centrales nucleares debe extraerse, y este proceso puede tener impactos ambientales, incluida la contaminación del suelo y el agua con materiales radiactivos.
Contaminación térmica: Las centrales nucleares liberan grandes cantidades de calor al medio ambiente, lo que puede tener un impacto negativo en los ecosistemas acuáticos. Esto puede provocar cambios en la temperatura del agua, los niveles de oxígeno disuelto y otros parámetros importantes de la calidad del agua, que pueden dañar a los peces y otros organismos acuáticos.
Accidentes: Aunque son raros, los accidentes en centrales nucleares pueden tener consecuencias ambientales devastadoras. Los ejemplos más notables son el desastre de Chernobyl en 1986 y el desastre de Fukushima Daiichi en 2011. Estos accidentes provocaron la liberación de grandes cantidades de materiales radiactivos al medio ambiente, provocando contaminación a largo plazo y efectos importantes para la salud de las poblaciones circundantes.
Es importante sopesar estos posibles impactos ambientales con los beneficios de la energía nuclear, como sus bajas emisiones de carbono y su alta densidad energética, para poder tomar decisiones informadas sobre el papel de la energía nuclear en los sistemas energéticos sostenibles.