El color juega un papel en el control del calor mediante el proceso de absorción y emisión de radiación electromagnética en forma de calor.
Una superficie negra absorbe más calor y refleja muy poco, lo que provoca temperaturas más altas. Por otro lado, una superficie blanca refleja más luz solar y absorbe menos, lo que da como resultado temperaturas superficiales más bajas. Por lo tanto, un radiador blanco liberará más calor al ambiente circundante en comparación con un radiador negro a la misma temperatura.