La energía del fotón emitido es igual a la diferencia de energía entre los dos estados atómicos implicados en la transición.
Cuando un átomo emite un fotón, pierde energía y el fotón se lleva esa energía lejos del átomo.
Por tanto, la ley de conservación de la energía es válida para procesos atómicos que implican la emisión de fotones.