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    Nueva Zelanda quiere gravar los eructos de las vacas:he aquí por qué esa no es la mejor solución climática
    Nueva Zelanda considera gravar los eructos de las vacas:estrategias de mitigación del metano bajo escrutinio

    Nueva Zelanda, conocida desde hace mucho tiempo por sus exuberantes paisajes verdes y sus icónicos rebaños de ovejas, ahora enfrenta un desafío único en su misión de combatir el cambio climático. La floreciente industria ganadera del país, en particular su gran población de ganado vacuno y ovino, se ha convertido en un importante contribuyente a las emisiones de metano, un potente gas de efecto invernadero. En respuesta, el gobierno de Nueva Zelanda está explorando la implementación de un impuesto, el primero en el mundo, sobre las emisiones agrícolas, incluidas las producidas por vacas y ovejas a través de sus eructos y flatulencias.

    Por qué es importante el metano:

    El metano (CH4) es un poderoso gas de efecto invernadero con un potencial de calentamiento global 86 veces mayor que el dióxido de carbono en un período de 20 años. Las emisiones del ganado, principalmente el metano liberado a través de los procesos digestivos de animales como el ganado vacuno y las ovejas, representan una parte importante de las emisiones totales de gases de efecto invernadero de Nueva Zelanda. En 2021, la agricultura fue responsable del 50% de las emisiones totales del país, y el metano contribuyó alrededor del 45% de esa cifra.

    Estrategias de mitigación del metano:

    Para abordar este desafío, el gobierno de Nueva Zelanda ha estado investigando e implementando activamente varias estrategias para reducir las emisiones de metano de la agricultura. El impuesto propuesto sobre las emisiones agrícolas es parte de un conjunto más amplio de medidas destinadas a incentivar a los agricultores a adoptar prácticas agrícolas más sostenibles. Los ingresos potenciales de este impuesto se utilizarían para apoyar la investigación y el desarrollo de tecnologías e iniciativas de mitigación innovadoras.

    Desafíos e inquietudes:

    Si bien la intención de reducir las emisiones agrícolas de metano es noble, la introducción de un impuesto al metano ha generado preocupación entre los agricultores y las partes interesadas de la industria. Los críticos argumentan que el impuesto afectaría desproporcionadamente a los pequeños agricultores, causando potencialmente tensiones financieras y amenazando la viabilidad de sus medios de vida. Además, algunos expertos sostienen que la complejidad y los desafíos logísticos de monitorear y medir las emisiones de animales individuales pueden limitar la efectividad del impuesto.

    Soluciones alternativas:

    En lugar de depender únicamente de un impuesto al metano, muchos abogan por un enfoque más integral que incluya incentivos, educación e innovación tecnológica. Alentar a los agricultores a mejorar el manejo de los pastos, ajustar las dietas de los animales para reducir la producción de metano e invertir en tecnologías avanzadas como aditivos alimentarios reductores de metano podría generar reducciones sustanciales de metano. La colaboración con instituciones de investigación agrícola y expertos de la industria es crucial para desarrollar soluciones prácticas que equilibren la sostenibilidad ambiental con la viabilidad económica de la agricultura.

    Conclusión:

    La audaz iniciativa de Nueva Zelanda de gravar los eructos de las vacas resalta la urgente necesidad de abordar las emisiones agrícolas y mitigar el cambio climático. Si bien el impuesto al metano propuesto tiene sus ventajas, es esencial considerar estrategias alternativas que sean económicamente viables, técnicamente sólidas y equitativas para los agricultores. Es probable que un enfoque integral que involucre a todas las partes interesadas, desde los formuladores de políticas y los científicos hasta los agricultores y representantes de la industria, produzca las soluciones más efectivas y sostenibles para reducir las emisiones agrícolas de metano en el largo plazo.

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