Los microbios tienen el potencial de ser parte de la solución a la crisis energética, pero no son una respuesta completa. Los microbios se pueden utilizar de muchas maneras diferentes para crear energía. Un área de investigación es el uso de bacterias para digerir desechos orgánicos y convertirlos en gas metano, que puede usarse como fuente de combustible. Otra área es el uso de algas para convertir la luz solar en energía, que puede almacenarse en forma de biocombustible. Sin embargo, estas tecnologías aún se encuentran en sus primeras etapas de desarrollo y aún no son capaces de proporcionar una cantidad significativa de energía. Además, los microbios se pueden utilizar para crear bioplásticos y otros materiales biodegradables, lo que reduce la dependencia de los plásticos a base de petróleo y ayuda a mitigar la huella energética de ciertos productos.