- Incluir los costes medioambientales del uso de la energía en los precios de la energía.
Esto significa poner precio a la contaminación por carbono y otras formas de daño ambiental causados por la producción y el uso de energía. Esto se puede hacer a través de mecanismos de fijación de precios del carbono, como impuestos o sistemas de límites máximos y comercio.
- Invertir en eficiencia energética y energías renovables.
Estas medidas pueden ayudar a reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles y los impactos ambientales y de salud asociados. Las medidas de eficiencia energética pueden incluir mejorar el aislamiento de los edificios y utilizar electrodomésticos e iluminación más eficientes. Las fuentes de energía renovables incluyen la energía solar, eólica e hidroeléctrica.
- Promover el transporte sostenible.
Esto significa alentar a las personas a caminar, andar en bicicleta o utilizar el transporte público en lugar de conducir siempre que sea posible. También significa invertir en infraestructura que facilite a las personas moverse sin automóvil, como carriles para bicicletas y calles amigables para los peatones.
- Reducir nuestro consumo total de energía.
Podemos lograrlo haciendo que nuestros hogares y negocios sean más eficientes energéticamente y cambiando nuestros hábitos para consumir menos energía. Por ejemplo, podemos apagar las luces al salir de una habitación y desconectar los electrodomésticos cuando no los estemos usando.
Al tomar estas medidas, podemos ayudar a pagar los costos reales del uso de energía y crear un futuro energético más sostenible.