Los individuos tienen diversas preferencias, valores y rasgos de personalidad, y no todos se ajustan a las rígidas expectativas asociadas con el ideal del "hombre macho". Algunas personas pueden priorizar características como la inteligencia emocional, la empatía o la curiosidad intelectual sobre la fuerza física o la agresión. Otros pueden adoptar un enfoque más equilibrado de la masculinidad, valorando tanto la fuerza como la vulnerabilidad, o combinando rasgos tradicionalmente masculinos y femeninos.
Las actitudes y expectativas sociales relacionadas con el género también están evolucionando, y muchas de ellas cuestionan la visión binaria tradicional de masculinidad y feminidad. Esto ha permitido un espectro más amplio de expresión e identidades de género, permitiendo a los individuos abrazar sus propias cualidades únicas y rechazar las presiones sociales para ajustarse a estereotipos particulares.
En última instancia, si alguien quiere o no ser un hombre machista es una cuestión de elección personal y depende de sus preferencias, valores y autopercepción individuales.