El enfriamiento de una enana blanca es lo que en última instancia conduce a su desaparición. A medida que pierden energía, las enanas blancas se vuelven menos luminosas y la temperatura de su superficie desciende. Al cabo de miles de millones de años, eventualmente llegan a un punto en el que no están lo suficientemente calientes como para sostener reacciones de fusión nuclear en sus núcleos. En esta etapa, se dice que la enana blanca está "muerta".
Se cree que una enana blanca muerta evoluciona hasta convertirse en una enana negra. A medida que continúa enfriándose, su luminosidad disminuirá aún más y eventualmente se volverá demasiado débil para ser detectada por los telescopios. En este punto, la enana blanca se volverá esencialmente invisible y los astrónomos se refieren a ella como enana negra. Sin embargo, vale la pena señalar que el proceso por el que una enana blanca se convierte en una enana negra es extremadamente lento y pueden pasar miles de millones de años antes de que se produzca esta transformación. Como resultado, todavía no se conocen enanas negras en el universo y siguen siendo objetos puramente teóricos.