En el lanzamiento, la mayoría de los cohetes aceleran muy rápidamente, alcanzando velocidades de varios cientos de millas por hora en segundos. Por ejemplo, el transbordador espacial aceleraría de 0 a aproximadamente 1.700 mph (2.700 km/h) en poco menos de dos minutos, mientras que el cohete Falcon 9 podría alcanzar velocidades de más de 4.500 mph (7.200 km/h) en menos de diez segundos. Estas etapas iniciales de aceleración son impulsadas por los motores principales del cohete.
Una vez que se completa la aceleración inicial, el cohete continuará acelerando a un ritmo más lento a medida que aumenta de altitud y quema su combustible. El cohete Saturno V utilizado para las misiones lunares Apolo, por ejemplo, eventualmente alcanzaría velocidades de alrededor de 40.000 km/h (25.000 mph) mientras continuaba su viaje hacia la Luna.
Es importante señalar que estas velocidades son relativas a la superficie de la Tierra y no necesariamente a la velocidad del cohete en el espacio. En el espacio, el movimiento del cohete se mediría en relación con otros objetos del sistema solar, como el sol u otros planetas.