Cuando dos superficies se frotan entre sí, las irregularidades microscópicas de las superficies se entrelazan y generan resistencia al movimiento. Esta resistencia se conoce como fricción. A medida que las superficies continúan rozándose entre sí, las irregularidades entrelazadas se rompen y reforman, generando calor. El calor producido por la energía cinética debido a la fricción se puede sentir cuando te frotas las manos vigorosamente o cuando frenas un automóvil.