Las fuentes comunes de oxígeno para incendios incluyen:
Oxígeno atmosférico:la principal fuente de oxígeno en la mayoría de los incendios es el aire que respiramos. El aire contiene aproximadamente un 21% de oxígeno, que es más que suficiente para favorecer la combustión.
Ambientes enriquecidos con oxígeno:Ciertos ambientes pueden contener concentraciones de oxígeno más altas que el aire ambiente. Por ejemplo, los hospitales, instalaciones médicas y plantas de producción de oxígeno suelen tener áreas con niveles elevados de oxígeno, lo que puede aumentar significativamente el riesgo y la intensidad de los incendios.
Tanques y cilindros de oxígeno:estos dispositivos almacenan oxígeno bajo presión y se usan comúnmente en diversas industrias, entornos médicos y operaciones de buceo. Las fugas accidentales o el mal manejo de los tanques de oxígeno pueden crear condiciones altamente inflamables y contribuir a la rápida propagación del fuego.
Otros agentes oxidantes:además del oxígeno, algunos agentes oxidantes no basados en oxígeno pueden favorecer la combustión. Los ejemplos incluyen peróxido de hidrógeno, ácido nítrico, nitrato de potasio y clorato de sodio. Estas sustancias liberan oxígeno cuando se someten al calor o a determinadas reacciones químicas, intensificando el proceso de combustión.
Es fundamental comprender las fuentes potenciales de oxígeno en diversos entornos para prevenir y gestionar los riesgos de incendio de forma eficaz. Las medidas de seguridad contra incendios deben centrarse en controlar las fuentes de ignición, minimizar las cargas de combustible y garantizar una ventilación adecuada para limitar la disponibilidad de oxígeno y reducir el riesgo de incendios.