Las observaciones revelaron una velocidad de rotación similar a la de la Tierra para al menos una enana marrón y proporcionan pistas importantes sobre cómo las nubes y las precipitaciones se condensan en atmósferas más frías, como las de los planetas que orbitan otras estrellas.
"Estamos viendo fuertes similitudes y muchos comportamientos comunes entre las enanas marrones y los planetas", dijo Michael Cushing de la Universidad de Toledo en Ohio, autor principal de un artículo que describe los hallazgos en el Astrophysical Journal.
Las enanas marrones son bichos raros que no llegan a ser consideradas estrellas de pleno derecho, que fusionan átomos de hidrógeno en sus núcleos. Aunque son mucho más grandes que los planetas (y se forman más como estrellas que como planetas), las enanas marrones no son lo suficientemente grandes como para participar en una fusión nuclear y terminar como cenizas quemadas.
Aproximadamente del tamaño de Júpiter pero entre 50 y 75 veces más masivas, las enanas marrones tienen temperaturas y gravedades superficiales intermedias entre las de las estrellas y los planetas. Sus temperaturas y propiedades intermedias dan a estos aspirantes a estrellas un papel especial como objetos "de referencia" para cerrar la brecha en la comprensión de cómo se forman las estrellas en un extremo y los planetas en el otro.
Al estudiar objetos que se ajustan a este perfil (las llamadas enanas ultrafrías), el equipo de Spitzer descubrió patrones y dinámicas de nubes análogas a las observadas en la Tierra. Los científicos hicieron estos descubrimientos estudiando los patrones climáticos en varias enanas ultrafrías, todas ubicadas entre 20 y 50 años luz de la Tierra.
Una característica clave, similar a la de Júpiter, es que las enanas marrones mostraban características de nubes grandes y brillantes que persistían durante múltiples períodos de observación, lo que sugiere que sus rápidas velocidades de rotación están distribuyendo las nubes uniformemente en sus superficies. Las grandes características de las nubes sugieren que las atmósferas son extremadamente dinámicas, como la de la Tierra, y que los mecanismos de redistribución del calor son similares a los procesos que transportan energía en la atmósfera terrestre.
Se tomaron observaciones de seis enanas marrones con una cámara infrarroja a bordo del Spitzer. La luz infrarroja permitió al equipo mirar a través de las oscuras capas de polvo que rodeaban estos objetos, lo que ayudó a revelar sus atmósferas y su capa de nubes.
"Podemos ver claramente que las atmósferas son muy dinámicas y evolucionan en escalas de tiempo de hora a día, al igual que el clima", dijo Cushing.
El equipo del Spitzer también encontró evidencia de nubes irregulares y precipitaciones, que podrían ser responsables de la creación de franjas oscuras o espacios en la capa de nubes. Estas características parecen similares a los sistemas de nubes convectivas que se observan en las atmósferas de los planetas de todo nuestro sistema solar.