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    Teoría psicológica de los cinco sentidos humanos

    Nuestros cinco sentidos son nuestra conexión con el mundo exterior. Envían mensajes a nuestro cerebro, que interpreta los mensajes y percibe lo que nos rodea. La mayoría de la información que captan nuestros sentidos nunca es reconocida por nuestro cerebro. Nuestras experiencias, creencias y cultura afectan lo que notamos de entre los miles de estímulos que reciben nuestros sentidos. Nuestro cerebro usa información que reúne a través de nuestros cinco sentidos, la interpreta y percibe el mundo que nos rodea, creando nuestra experiencia de vida.

    Vista

    Lo que vemos no son objetos; vemos ondas de luz reflejadas en los objetos. Una vez que las ondas de luz alcanzan la retina en la parte posterior de nuestros ojos, las células llamadas bastones y conos convierten las ondas en impulsos neuronales que viajan hacia el nervio óptico hasta el cerebro. Para que podamos ver, nuestros cerebros deben interpretar los mensajes que provienen de los ojos. Nuestra percepción depende de las asociaciones entre la imagen vista y los recuerdos en nuestro cerebro. Hay momentos en que nuestros ojos ven algo delante de nosotros, pero nuestro cerebro no lo reconoce porque no hay referencia de que esté allí.

    Sonido

    Lo que escuchamos en realidad son vibraciones creadas por movimiento. Estas ondas viajan a través del oído hacia la cóclea, donde 16,000 pelos (células receptoras) envían mensajes al cerebro. Al igual que con la vista, el cerebro interpreta la frecuencia de las vibraciones y la compara con los recuerdos, percibiendo el sonido que reconocemos. Nuestros oídos captan miles de sonidos, pero nuestro cerebro selecciona solo los más relevantes para que la oigan. La audición depende en gran medida de la visión. Por ejemplo, ver la cara de un hablante aumenta cuánto escuchamos.

    Sabor

    Cuando comemos, las sustancias químicas se disuelven en nuestra saliva, lo que estimula nuestro sentido del gusto. Los receptores del gusto, o papilas gustativas, son responsables de reconocer las cuatro sensaciones del sabor: dulce, agrio, salado y amargo. Los baches que vemos se llaman papilas y contienen múltiples papilas gustativas (10,000 en total). La información es enviada por los nervios aferentes al cerebro (el tálamo y, finalmente, a la corteza), donde reconocemos el sabor como agradable o desagradable. Curiosamente, nuestro estado de ánimo puede afectar nuestro sentido del gusto, explicando varios cambios en el apetito asociados con los trastornos del estado de ánimo. Al igual que con la vista y el sonido, el gusto depende del olfato. Si no puede oler, como cuando tiene los senos congestionados, la comida tendrá un sabor desabrido. Nuestro cerebro usa señales de nuestros ojos, nariz y boca cuando comemos, así que cuando falta una de esas señales, nuestro cerebro puede tener dificultades para diferenciar lo que estamos comiendo.

    Olor

    Cuando respire por la nariz, los receptores olfativos son estimulados por moléculas químicas suspendidas en el aire, y los mensajes se envían al bulbo olfatorio en la base del cerebro. El olfato es el sentido más fuertemente vinculado a la memoria. Por ejemplo, oler el pastel de manzana puede desencadenar un recuerdo feliz desde la infancia. De hecho, oler un olor mientras experimenta algo ayuda a que los recuerdos recientes se graben en almacenamiento permanente.

    Touch

    Las tres capas de nuestra piel, la epidermis, la dermis y la hipodermis, están formadas por millones o sentido receptores. Una vez estimulados por el tacto, estos receptores activan los impulsos nerviosos que se comunican con la corteza somatosensorial del cerebro, transmitiendo información sobre la temperatura, la presión y el dolor. Los receptores sensoriales codifican información sobre todo lo que la piel entra en contacto. Los neurotransmisores, o sustancias químicas del cerebro, se liberan en nuestro cuerpo, dándonos las sensaciones o sentimientos. El sentido del tacto es tan importante para los humanos que la falta de contacto puede provocar problemas físicos y de conducta, un desarrollo cerebral inadecuado e incluso la muerte.

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